La iluminación tiene una gran importancia en nuestra vida. Gracias a ella, nuestra vista puede recoger detalles nítidos de todo lo que ocurre a nuestro alrededor. La luz es una aliada de nuestras sensaciones, que aparecen cuando nuestro cerebro procesa gran parte de lo que nuestro ojo es capaz de ver. De esta manera, una buena iluminación nos hace estar más atentos y recoger en mayor medida estímulos relevantes que se encuentran en el ambiente.
No obstante, resultaría muy limitante si nos quedáramos únicamente con esta función. Además de permitirnos una buena visibilidad, la iluminación tiene mucho que ver con nuestra salud; una luz inadecuada puede tener consecuencias directas sobre algunos dolores y otros tipos de problemas psicológicos, que, sin duda, pueden entorpecer la realización de nuestras tareas en el día a día e incluso tener consecuencias significativas.
Encontramos muchos ejemplos en el día a día que nos permiten entender la importancia de la luz, y la idea de que una buena iluminación es necesaria para llevar a cabo nuestras actividades de una manera óptima. Por ejemplo, un estudiante que no posee una luz adecuada en su lugar de estudio, difícilmente podrá ver bien sus apuntes; esto afectará de manera negativa a su concentración, y como consecuencia, podrá suspender su examen.
Si la inadecuada iluminación se extiende en el tiempo y se vuelve habitual, con mucha probabilidad podremos experimentar diferentes molestias, dolores y problemas anímicos. Entre ellos, encontramos: